martes, 1 de julio de 2008

Soul, alimento espiritual

Biológicamente, como animales que somos, necesitamos, entre otras necesidades fisiológicas, alimentarnos regularmente. La evolución nos ha dotado, a los humanos, con una mayor capacidad cerebral. Solo los primates superiores (orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos), algunos mamíferos marinos (ballenas, orcas y defines) y los elefantes se acercan a nosotros y tienen conciencia de si mismos, de que existen. De alguna manera, esto nos ha creado nuevas necesidades. Una de ellas es lo que podríamos denominar el alimento espiritual, la necesidad de regalar nuestros sentidos con lo que llamamos arte.


La música ha sido desde los albores de la humanidad una de las formas de procurarnos ese "alimento espiritual". A través de los siglos, la música "culta" y la música "popular" ha ido evolucionando por caminos separados hasta llegar los siglos XIX y XX. A partir del descubrimiento de la tecnología necesaria para grabar y distribuir el sonido y con los medios de comunicación masivos, la música se fusionó y diversificó en una diversidad infinita de estilos.


Los esclavos negros que fueron llevados desde África a América para trabajar en las inmensas plantaciones de terratenientes del Nuevo Mundo, encontraron en la música y en el ritmo el último refugio donde expresar su desaliento y su esperanza. Con el tiempo esa música negra ha evolucionado desde el Blues y el Gospell hasta el Jazz, el Rock y el Hip-hop, configurando la base de lo que sido la música más popular y que se ha extendido a todo el mundo.


Uno de los caminos que siguió esta música fue el que la llevo del Gospell al Soul. Sam Cooke es considerado uno de los padres del Soul, junto a Ottis Reding, entre otros. También comparten el titulo de "Reyes del Soul". Hijo de un reverendo evangelista, despues de pasar su niñez y su juventud en formaciones de Gospel y actuando en el denominado "circuito de las iglesias" en el Sur de los EEUU, fue el primero que se atrevió a romper la norma implícita de no actuar fuera del circuito y de no grabar. El fanatismo religioso de los evangelistas solo aceptaba la música como una manera de loar a Dios y consideraban un sacrilegio cualquier otra consideración.


Gracias a Sam, el resto de los mortales, podemos regalarnos los oídos con esta delicia que compuso después de oir Blowin' in the Wind de Bob Dylan y comentar "porqué un hermano no es capaz de escribir algo como esto...": A Change Is Gonna Come